jueves, 25 de julio de 2013

Malinalco


Malinalco

 

Cuántas veces hemos oído de los niños de la calle, cuántas de los niños huérfanos de guerra y cuántas más hemos oído de niños que andan esperando que alguien los adopte porque nunca conocieron quienes fueron sus padres.

No tenemos ni idea de lo que esto significa.

El tener una familia, es la fortuna más grande que un ser humano puede tener: La sensación de pertenencia; La sensación de que a alguien le importamos; La sensación de protección; La sensación de que nos quieren; La sensación de relación con seres con quienes compartimos la misma sangre o genes o, a quien queremos por encima de todo (como es el caso del matrimonio). “Eso es la familia”.

Podremos ser muy diferentes, pero hay un hilo invisible que nos une por encima de: desavenencias, intereses, personalidades, gustos, ausencias, cosas materiales, temores, etc.

Y eso, es lo que percibimos en nuestra última reunión en Malinalco.

Creo que, el gusto y la alegría con el que acudimos, se vio acrecentada a la salida, después de convivir una vez más, todos los que pudimos asistir y también a los que extrañamos.

Salimos de la rutina, del estrés, de las preocupaciones, de los deberes, de los enojos, de las frustraciones, de los rencores y hasta de los achaques.

Disfrutamos del campo, del sol, de la bruma, de la lluvia, del paso del tiempo, de la comida y bebida (por más sencilla que esta fuera), de las comodidades o incomodidades de no estar en casa, de poder patear y golpear una pelota, de jugar en la alberca, de beber sin miedo al alcoholímetro, de los juegos de mesa, de los pasteles de Mariana, del video de Luis, del lodo y los baches, pero sobretodo, de la convivencia, con todo lo que esto conlleva: risas, chistes, bulling, música, dinámicas y especialmente, de las revelaciones artísticas de muchos que no se hicieron de rogar.

La misa dominguera en un convento reconstruido, con todo lo que esto significa de historia y, después, los helados de la plaza con su tianguis multicolor, donde puedes encontrar desde ricos frutos exóticos hasta sombreros para la boda de Chicho y Ceci.

¡Somos afortunados!

Gracias abuelo por estar entre nosotros.

Gracias a todos los que trabajaron para que esto se lograra.

Gracias todos los que, con esfuerzo, llegaron y vieron que valió la pena, sentimos que otros no pudieron venir, pero los tuvimos presentes.

Gracias a Chio y a Chicho por soportar nuestras bromas.

Gracias a Dani que llenó de ternura la reunión.

Gracias a Memo por no fallarnos como fotógrafo oficial pese a que iba de “rodríguez”.

Gracias al trabajo de Lilia, aun que le costó un buen porrazo, a Leti y Javier por los lindos álbumes.

Gracias a Tere y Riqui, a Héctor y Margarita, porque ser buenos anfitriones.

Gracias a Gualu y a Tere Rivero Borrell, que nos facilitaron su casa.

Gracias Margarita, por tu esfuerzo, generosidad y cariño con que organizaste todo.

Especialmente, gracias a Dios por esta oportunidad más de poder estar en familia.

 

LMM